Aunque ya hace tiempo de la carta que a continuación voy a colgar, sirve para introducir una serie de comentarios sobre el pelotón y los valores que resalta y sustenta.
AL SR. ETO’O
Mire usted:
Soy un aficionado zaragocista, presencié el último partido que se celebró en la Romareda y que disputaron MI EQUIPO y el Barcelona c.f., en el que usted presta sus servicios profesionales, tuve la oportunidad de ver y también de oír los insultos hacia usted referidos, así como su reacción.
Y le tengo que reconocer, antes de nada, que cuando vi que se iba usted del campo me sentí totalmente solidario y absolutamente de acuerdo con su actuación.
Permítame una confidencia: durante los minutos que duró su representación me produjo una intensísima sensación de ilusión, de alegría, de esperanza de que seguía existiendo alguna persona que desde una posición de ‘triunfo social’ era capaz de no olvidar sus raíces, sus orígenes, su dignidad, y lo más importante: era tan persona como para decírselo a todo aquel que le quisiese oír.
Hasta aquí mi admiración hacia usted. Y crease, se lo digo de corazón, que le agradezco infinito los segundos de emoción que me hizo sentir
Quiero seguir siendo sincero con usted, y decirle que la decepción que sentí al ver que seguía en el campo fue superlativa.
¿A qué venía aquel numerito sr.Eto’o? Y para hacer rebosar el vaso, evidentemente el mío, las declaraciones que hizo días después.
Y quiero que le quede claro que no me refiero a sí al Zaragoza le tenían que cerrar el campo un mes, un año, o un siglo; o si en vez de 9.000 euros de multa le tenían que poner 1.000.000, dos o mil, me refiero a lo que usted dijo sobre los insultos, o ‘bromas’, que se decían entre compañeros. Esas, según usted, eran otra cosa, llegó a comentar que le había dicho algún jugador del equipo contrario: ‘qué mal oléis los negros’, pero que eso, se quedaba en el campo. En relación con esta explicación, también comentó que quien más le había convencido para seguir en el campo había sido su entrenador que le dijo: ‘la manera de rebelarse contra esos insultos es hacer bien tu trabajo’.
Con una buena dosis de amargura, permítame una pregunta: ¿cuál considera que debería ser el valor en una economía de mercado de un gramo de dignidad?
Mire sr.Eto’o, soy de los que sigo pensando que, socialmente hablando, no todos somos iguales. Considero que deberíamos mantener, todos, como valor social aquello de ‘…de cada uno, según sus posibilidades; a cada uno, según sus necesidades’.
Tengo que admitir que para lograr estar en el grupo de los operarios mejor remunerados, de los profesionales mejor considerados por los patrones, requiere un cierto nivel de clarividencia sobre lo que cada uno quiere conseguir en la vida, y no tener la mochila personal, ocupada por los escrúpulos. No se debe, en esa perspectiva personal, acotarle ningún espacio a la ambición.
Permítame otra pregunta. ¿ Cual es el nivel de ingresos económicos mínimos que se debe tener para que usted considere que se le insulta o, simplemente, se le gasta una ‘broma’?.
Si considera que está viviendo sus momentos de gloria, disfrútelo – ‘… yo ya he llegado hasta donde podía, ahora son las instituciones las que deben actuar…’
Si su nivel de estrella comprometida tiene como límite, lo que se pueda considerar como ‘travesura’, con su pan se lo coma – ‘ … la mejor manera de callar a los que insultan es hacer bien tu trabajo…’
Si su escala de valores y compromiso tiene fecha de caducidad impuesta por la normativa vigente, escenifique amagos de coherencia, destellos de dignidad razonable, y sienta, aunque sea temporalmente, los flases de publicidad y el oropel de glamour mediático con que los amos premian a sus bufones más distinguidos.
Con enorme desilusión, hasta nunca sr.Eto’o.
Alejandro C. Ruiz. Marzo/2006
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